Dar consuelo a quién lo necesita
- Aurora María

- 29 mar
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 6 oct
¿Te gustaría aprender a consolar al que sufre pero no sabes cómo hacerlo?

Consolar al que sufre es una de las obras de misericordia a la que estamos llamados todos los cristianos católicos. A menudo nos puede parecer sencillo consolar el sufrimiento físico, pero no tanto el psicológico o emocional.
Según la OMS, hoy en día la depresión y el dolor psicológico lideran el ranking del sufrimiento mundial, pero a menudo no sabemos o no tenemos las herramientas para ayudar al que lo está padeciendo. Podemos pensar que solo los psicólogos o los especialistas de la salud mental pueden, pero nosotros también podemos mejorar la vida de los demás a partir de pequeños detalles, pequeñas gotas de misericordia.
¿Por qué la gente se deprime?
A menudo las personas están tristes o desanimadas por:
Puro agotamiento.
Un ambiente nocivo.
Una falta constante y consistente de refuerzos positivos.
Hay gente que es criticada, ninguneada y dada de lado en muchos contextos de su vida. No tienen relaciones consistentes y seguras e incluso sufren amenazas y "castigos" sin motivo por parte de quienes les rodean.
Podríamos pensar que esa persona tiene algo malo o nocivo y por eso le pasan sucesos negativos, pero no: con frecuencia es todo lo contrario. Son personas inteligentes, cariñosas y posiblemente altamente cualificadas.
Si estás leyendo esto…
Estoy convencida de que es porque te importan los seres humanos y te gustaría alegrar la vida a alguien que conoces y está sufriendo.
Para ello, hoy vamos a poner en práctica la teoría de la depresión de Lewinsohn.¡No te asustes! Es muy sencillo. Este psicólogo conductista recalcaba la importancia del ambiente y de los refuerzos positivos para poder mejorar el estado de una persona triste o deprimida.
Así que te propongo ponerte manos a la obra y hacer algún cambio significativo en tu actitud para proporcionar al prójimo ese consuelo que necesita.
Algunas pinceladas
No es necesario que le des consejos o intentes arreglarle la vida. Eso sería perjudicial porque reforzaría su sensación de no ser válido.
A veces basta con sentarte a escucharle con paciencia, sin juzgar, validando su experiencia, emociones y sentimientos. Eso refuerza su dignidad.
Ayúdale con algún problema o dificultad concreta. Comprométete de principio a fin: estas personas suelen desconfiar porque han sido abandonadas.
Preocúpate de manera consistente (no intermitente). Tu compromiso puede devolverle la confianza en los demás.
Invítale a compartir actividades sencillas y hermosas: tomar algo, dar un paseo… eso enriquece su ambiente.
Esfuérzate en ver sus cosas positivas y recálcaselas en el momento oportuno. Mejor si no están ligadas a lo útil que es, sino a lo que es en sí mismo.
¿Funcionará siempre?
No, no hay resultados automáticos. Primero, porque no todo depende de ti: hay muchas circunstancias que rodean a la persona.
Recuerda algo importante: alguien triste o deprimido es un ser completamente válido. Tú no estás ahí para salvarle, sino para recordarle con tu presencia su valía.
Nota para los católicos
No esperes que Dios consuele Él solo al herido: lo más probable y saludable es que quiera hacerlo también a través tuyo.
Hashtags sugeridos:#perlasdecuaresma #teologíadelconsuelo #refuerzopositivo #psicologia




Comentarios